"Me encerraron seis meses porque me corté el pelo y estaba prohibido", relata una emocionada Rahaf. Su historia es la de una joven empeñada en huir del maltrato al que le sometía su familia en Arabia Saudí. El pasado 5 de enero llegó a Tailandia procedente de Kuwait: su intención era llegar hasta Australia.

En su aparición ante las cámaras de televisión de Canadá, Rahaf no ha escatimado en detalles. Asegura que sufría palizas a manos de madre y su hermano: "Me pegaban. Era violencia física. A veces hasta hacerme sangrar".

Su solución fue poner fin a ese calvario huyendo de la que había sido su casa hasta entonces. Y su intención es no volver jamás. En Tailandia, atrincherada en el hotel mientras pesaba sobre ella una orden de deportación, llegó a pensar en el suicidio como vía de escape; tanto es así que empezó a escribir cartas de despedida a sus amigos.

"Estaba preparada para acabar con mi vida antes de que llegaran a secuestrarme". Rahaf no quería volver a su país de origen y temía esa orden de deportación. Incluso ahora, con asilo en Canadá, la joven no se siente a salvo. Teme que algún fanático pueda atentar contra ella, pero espera al menos que su caso sirva para que las mujeres dejen de ser consideradas como ciudadanas de segunda en Arabia Saudí.

En busca de "una vida normal en Canadá"

Rahaf persigue la libertad para estudiar, viajar o trabajar en Canadá. No quiere volver a un país y una cultura patriarcales donde las mujeres viven dependientes siempre del permiso de los hombres y tratadas, en sus propias palabras, "como esclavas".

Rahaf Mohammed al Qunun tiene planeado obtener una educación, conseguir trabajo y "vivir una vida normal" en Canadá, cosas que no podía hacer en su hogar de Arabia Saudí, desde donde huyó temiendo por su vida, según ha informado este lunes a los medios canadienses.

Estar en Canadá es "una muy buena sensación", ha indicado la joven a la Canadian Broadcasting Corporation dos días después de llegar a Toronto desde Bangkok. "Vale la pena el riesgo que tomé", ha aseverado.

Al Qunun captó la atención internacional después de que se atrincherara en una habitación de hotel del aeropuerto de Bangkok para resistirse a ser enviada de vuelta a casa con su familia, que niega haber abusado de ella.

La joven saudí se negó a encontrarse con su padre y su hermano, que llegaron a Bangkok para intentar llevarla de regreso a Arabia Saudí. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados le otorgó su estatus de refugiado y Canadá aceptó acogerla.

La decisión de Canadá de otorgarle asilo a Qunun llega en un momento delicado. Las relaciones entre Ottawa y Riad han sido tensas después de que Canadá exigiera la liberación inmediata de activistas encarcelados el año pasado. Arabia Saudí tomó represalias congelando un nuevo comercio con Ottawa y obligando a muchos de sus estudiantes a regresar al país.

El caso de Al Qunun ha llamado la atención mundial sobre las estrictas normas sociales de Arabia Saudí, incluido el requisito de que las mujeres tengan el permiso de un "tutor" masculino para viajar, algo que los grupos defensores de Derechos Humanos dicen que pueden atrapar a mujeres y niñas como presas de familias abusivas.