Le hemos visto llegar caminando solo, acompañado e incluso, liderando una comitiva a pie, junto a sus siempre imprescindibles: el sombrero y el paraguas.

Sin embargo, la imagen de Felipe de Edimburgo llegando a cualquier evento andando va a ser más habitual porque el marido de la reina de Inglaterra ya no tiene permiso de conducir.

No han sido las autoridades de Reino Unido las que se han atrevido a retirárselo ni tampoco se ha quedado sin puntos; ha sido él mismo, según informa el Palacio de Buckingham en un comunicado, quien a sus 97 años ha decidido no volver a renovarlo.

Lo ha hecho un mes después de sufrir un aparatoso accidente cerca de uno de las residencias de invierno de Felipe e Isabel II al este de Inglaterra. Aunque él salió ileso, la conductora del turismo con el que se produjo el choque se fracturó la muñeca. De hecho, el monarca lamentó en una carta su parte de culpa en el accidente.

Su agenda ha ido menguando desde el 2017, cuando se retiró de la vida pública. Tras su última aparición en octubre del mes pasado y tras una intervención de cadera, Felipe de Edimburgo lo ha decidido: se retira también, a los 97 años y siete décadas después, de ponerse al volante.