El episodio de terror en Nueva Zelanda duró 17 minutos. Provocó el caos y una masacre, pero la matanza podría haber sido mayor. Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, asegura que"definitivamente, su intención era continuar con su ataque".

En su coche guardaba dos bombas y dos rifles más. Había conseguido la licencia en noviembre de 2017 y, solo un mes después, empezó a acumular armas hasta hacerse con al menos cinco, según la Policía.

El Gobierno habría confirmado, según publican medios locales, que diez minutos antes de iniciar el tiroteo el autor de la matanza le envió su manifiesto a la primera ministra, así como a otros 70 destinatarios.

Ante el juez, el autor de la matanza se ha mostrado altivo, haciendo incluso un gesto característico de los grupos supremacistas blancos. El hombre ha sido imputado por asesinato y el tribunal ha decretado para él prisión provisional sin fianza.

Este sábado han seguido los registros en su casa en busca de más pistas porque Brenton Tarrant nunca ha estado fichado por la Policía y en los últimos años habría viajado a distintos países de Asia, África y Europa, como Noruega o España.

Un rifle semiautomático fue capaz de paralizar la vida en Christchurch, en Nueva Zelanda. Un día después de la masacre, el Gobierno ha anunciado que prohibirá este tipo de armas.

"Nuestras leyes de armas cambiarán. Hay preguntas que nos hacemos, por ejemplo, cómo pudo este individuo entrar en el país", declara Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda. También se reforzará el control de "extremistas" y se investigará cómo el principal sospechoso pudo transmitir en directo durante 17 minutos.

Sumidos en la conmoción, ciudadanos de Nueva Zelanda velan a las víctimas del que ya es el atentado supremacista más letal desde la masacre de Noruega en 2011.