Responde al perfil de lobo solitario, pero Brendon Tarrant forma parte de algo mucho más grande. El atentado de Nueva Zelanda pone sobre la mesa la amenaza del terrorismo de extrema derecha, un fenómeno global.

"Pasa lo mismo en Europa del este, donde está habiendo un ascenso de este tipo de terrorismo de la extrema derecha. Desgraciadamente, se están organizando también mucho en las zonas de Francia, en Alemania, en Grecia y en Reino Unido", explica Manuel Gazapo Lapayese, director del Observatorio Internacional de Seguridad.

En EEUU se entroncan con la nostalgia del esclavismo en los estados sureños. Allí tienen especial arraigo. El año pasado hubo más muertos en EEUU por el terrorismo de extrema derecha que por el yihadista. Y, aún así, no se perciben los ataques de supremacistas blancos como actos de terrorismo.

"Nos han vendido el terrorismo como una amenaza existencial que requiere una respuesta excepcional, pero a su vez, solo un determinado tipo de terrorismo. Después de los atentados del 11-S, solo es yihadista, y es la única prioridad del terrorismo", señala Javier Biosca, periodista de eldiario.es y doctorado en Seguridad Internacional.

Aunque la cifra de muertos en ataques yihadistas es mayor, hay más atentados de supremacistas blancos en todo el mundo y, además, van en aumento, alentados por el auge de partidos de extrema derecha.

"Se ve legitimado por un tipo de discurso que promueven sus propios gobernantes", explica Biosca. "Por eso estamos viendo ese punto de inflexión a partir del cual intuimos que vamos a ver una acción de la extrema derecha mucho más activa que la que hemos podido ver en los últimos 10 o 15 años", apunta Gazapo Lapayese.

Los expertos piden abordar este tipo de terrorismo con la misma contundencia que al yihadismo. Dos caras de la misma moneda: la amenaza a la sociedad multicultural.