Es difícil, doloroso, aceptar que tu hermano es el que ha hecho esto. ver los cadáveres en el suelo y el terror en la cara de las víctimas, y saber que es alguien con el que has crecido, pero Bryan, familiar del atacante en Florida que dejó cinco muertos en un aeropuerto del Estado durante un tiroteo, no se resigna.

"Ellos ya sabían los pensamientos que él tenía, y eso me da un poco de coraje. El fallo fue de ellos", precisa el hermano de Esteban Santiago. No estaba bien. Sus diez meses en Irak, dice, marcaron su vida. Desde entonces, dejó de ser él mismo. "Escuchaba voces, decía que le perseguían... Le aconsejé que fuera a un psicólogo".

Con este discurso, Esteban se presentó ante la oficina del FBI en Alaska, algo que motivó por parte de este organismo una evaluación psicológica. Cuando registraron su coche encontraron a su hijo, de solo unos meses, además de un arma semiautomática, pero el resultado del estudio no fue desfavorable.

Santiago recuperó el arma apenas un mes después, la misma que se encontró en el aeropuerto de Fort Lauderdale, y con la que Santiago disparó hasta 15 balas antes de entregarse. En Florida todo el mundo puede portar un arma. Está permitido transportarla sólo en vuelos internos, previamente facturada, y en la bodega del avión.

Así, sólo tuvo que entrar en el baño, armarla y disparar. "Este tipo de tragedias ha pasado demasiadas veces en los ocho años que he sido presidente", ha lamentado el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Desde 1970, en el país estadounidense han muerto una media de 90 personas al día por violencia armada.

Hay cerca de 300 millones de armas fuego en posesión de civiles. Además, con Trump, la cifra no parece que se reduzca porque él es un firme defensor del derecho a portar armas.