El Ejército ruso mueve ficha en el tablero de juego y asegura haber destruido un depósito de munición al norte de Zaporiyia, imprescindible, dice, para rearmar a los ucranianos en el Donbás.

Mientras, sus tropas se reorganizan. La toma de la ciudad de Izium les daría vía libre para avanzar hacia el sur. Los ucranianos temen que sus militares queden atrapados entre Donetsk y Lugansk ante el movimiento ruso por el norte y por el sur.

El cambio de estrategia vendría de la mano del general ruso Alexander Dvnornikov. Según la 'BBC', sería el nuevo líder al mando, un militar conocido por su experiencia en la guerra de Siria. Y es que en lo que va de invasión, Rusia habría perdido a siete altos cargos de su ejército, uno de ellos en Jersón.

Precisamente, allí sus habitantes han salido a las calles contra las tropas rusas tras 45 días de invasión en los que Rusia habría perdido al 20% de sus tropas y material, aunque ya habría pedido más ayuda. En concreto, 60.000 reservistas adicionales, muchos de ellos de Tuvá, en Mongolia.

Según el gobierno ucraniano, el Kremlin se habría negado incluso a aceptar 7.000 cadáveres de sus propias fuerzas, y todo ello sin contar con otras 10.000 bajas, según los ucranianos, de los rusos que se apostaron en las trincheras del bosque rojo de Chernóbil, altamente radiactivo. "Todavía hay partículas radiactivas en la corteza de los árboles. Si los quemas, haces que los niveles de radiación suban", advierte un dosimetrista de la centra nuclear de Chernóbil.

La icónica ciudad ha vuelto a la normalidad tras la marcha de los rusos, un repliegue que podría compararse con la imagen de un soldado ruso huyendo desesperadamente de un dron de vigilancia ucraniano.