Nunca antes se había recurrido a la asfixia por nitrógeno para ejecutar a un preso en Estados Unidos, pero ahora, el estado de Alabama lo usará con Kenneth Smith, que lleva 36 años en el corredor de la muerte.
Smith, que sobrevivió a la inyección letal, morirá en unas horas por una técnica que hasta los veterinarios rechazan por su extrema crueldad. En España, por ejemplo, está prohibido porque la muerte que se le daría a los animales no es ni muy ética ni muy agradable, porque el animal sería capaz de percibir esa asfixia. Aquí ese proceso de sacrificio tiene que pasar con un aturdimiento previo.
El reo está aterrado: "Todo el mundo me dice que voy a sufrir. Estoy absolutamente aterrado", ha confesado. Nadie sabe lo que puede ocurrir: puede que el preso quede aturdido y muera asfixiado, o puede convulsionar y vomitar de forma incontrolada.
Le pondrán una mascarilla y le tumbarán en una camilla. Habrá más personas en la sala y también ellos corren peligro, incluido su pastor
Organizaciones de derechos humanos y hasta Naciones Unidas han expresado su rechazo a esta ejecución experimental. "Tenemos serias preocupaciones de que la ejecución de Smith en estas circunstancias pueda violar la prohibición de la tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes", señalan desde el organismo internacional.
Desoyendo al jurado, un juez condenó a muerte a Smith en 1988 por un asesinato. No fue hasta 2022 cuando llegó la orden de la pena capital, pero tras cuatro largas horas sin poder pinchar la inyección letal, el proceso se pospuso hasta ahora.