El 4 de agosto de 2020 Beitut templó y, con ella, sus cerca de 300.000 habitantes, por una brutal explosión en un almacén que arrastró todo lo que encontró a su paso. Así, una vez más, la sangre se derramó en sus calles y el pánico se instauró en la capital. Pese a que los libaneses siempre han demostrado ser una población con una alta resiliencia, esto ya era demasiado y por la capital de Líbano comenzó a recorrer una amarga sensación de que algo o alguien nunca les permitiría levantar la cabeza.

LaSexta se ha desplazado hasta Beirut y ha sido testigo de la complicada situación de sus habitantes un año después de la explosión. Nasser cuenta que estaba en casa cuando empezó a escuchar los primeros golpes y, después, un "un gran terremoto". Con su cuerpo, recuerda, intentó proteger a sus hijos. Todo saltó por los aires, mientras él estaba "aterrorizado". Y es que aquel sonido era demasiado parecido de la guerra.

"Desde la explosión, mi hijo de cinco años no habla", lamenta la mujer de Nasser. Como refugiados kurdos, la familia ha tenido que hacer un duro viaje hasta llegar a una casa en la que, por primera vez en mucho tiempo, se sienten a salvo.

Además, hablamos con Madame Teresa, una mujer de 79 años de Líbano, quien recuerda la pesadilla que vivió hace un año: "Estaba en la calle cuando sentí la explosión, que me lanzó y me metió en un portal. Después perdí el conocimiento". La mujer dice que llegó "a tocar con los dedos" la época de "esplendor" del país. Su patria fue una de las grandes damas del Mediterráneo. Por entonces había bullicio en las calles, turistas bronceándose al sol. Pero todo eso cambió y después solo conocieron guerras.

Sin embargo, quizás por la edad o por el cansancio, esta vez Madame Teresa no ve la salida. "Vivíamos mejor durante la Guardia Civil. Entonces, al menos, teníamos dinero para comer", expresa la mujer, quien lamenta que ni siquiera ha podido arreglar los desperfectos. A sus 70 años, Madame Teresa necesita ayuda para comer, para tener luz y para sobrevivir.