Se cumplen 19 años del fatídico atentado de las Torres Gemelas. Este no solo marcó la historia de Estados Unidos, sino que supuso todo un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo. Ahora bien, las consecuencias del ataque perpetrado esa mañana del 11 de septiembre de 2001 han llegado mucho más allá de lo que cabía imaginar: en pleno 2020, varios supervivientes del 11-S han muerto por coronavirus y, según indican desde el Programa de Salud del World Trade Center, este grupo es de los que más riesgo tienen ante la pandemia.

Hasta el mes de abril, esta entidad no había hecho un seguimiento exhaustivo del impacto de la COVID-19 en los más de 26.000 supervivientes del atentado, como explicaba el diario estadounidense The City. Las advertencias ya estaban sobre la mesa; de hecho, el doctor Micthell Katz, responsable de Hospitales y Salud de Nueva York, hablaba de la "gran preocupación" que suscita el impacto de la enfermedad en los trabajadores de la zona cero.

Los últimos datos del Programa de Salud del World Trade Center dejan un panorama desolador: oficialmente han muerto 42 personas por la pandemia, aunque los abogados de las víctimas, así como ciertos cargos de la entidad, apuntan que podrían ser muchos más.

La toxicidad del World Trade Center que las autoridades ignoraron

Una vez superado el ‘shock’ de los ataques, se pusieron en marcha todos los medios para dignificar la zona del atentado y crear un espacio apto para el homenaje de las víctimas. Hubo que trabajar mucho en los años posteriores al suceso: convertir el World Trade Center en una zona cero conmemorativa implicaba mucho personal, en un principio dispuesto a trabajar en un espacio seguro. El problema está en que, en realidad, este lugar no era nada seguro.

“Nos dijeron que todo iba bien ahí abajo”, relata Michael Field, técnico de emergencia del World Trade Center, al diario The City. Los datos oficiales lo afirmaban, hasta el punto de que la EPA (Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos) publicó un comunicado que garantizaba que “el aire que se respiraba [en la zona cero] es seguro”.

Las Torres Gemelas después del impacto de uno de los aviones secuestrados por la banda terrorista Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001

No obstante, en 2003 salieron a la luz nuevas informaciones que indicaron todo lo contrario. La misma EPA se retractó en un informe y admitió que no había información suficiente para garantizar la seguridad de las víctimas y los trabajadores. En esta línea, la investigación fue a más y un estudio publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos demostró que unas 400.000 personas próximas al atentado habían estado expuestas a sustancias tóxicas.

"Nos dijeron que todo iba bien ahí abajo"

Michael Field, técnico de emergencia del World Trade Center

“Gran parte de las enormes masas de los edificios se convirtieron en densas nubes de polvo de partículas. Estas se asentaron en las calles y dentro de los edificios de todo el Bajo Manhattan”, reza la investigación, que concluye que hubo “efectos adversos agudos y crónicos para la salud en los trabajadores de rescate, trabajadores de limpieza, residentes y trabajadores de oficina”.

Cómo afecta el coronavirus a las víctimas

En 2014, el Programa de Salud del World Trade Center dio información detallada de los problemas derivados de la inhalación del aire tóxico de la zona cero. Entre sus múltiples daños, destacan las “lesiones en la parte superior y vías respiratorias inferiores, tos y pirosis”, que en muchos casos desembocan en “diagnósticos duraderos de asma, tos crónica, laringitis crónica, faringitis crónica y síndrome de disfunción de las vías respiratorias”, concluye la entidad.

Al menos unas 1.300 personas que trabajaron en el WTC han contraído la COVID-19 en los últimos seis meses

Datos del Programa de Salud del World Trade Center

“Estas personas contraen el coronavirus y mueren”, explica al medio citado anteriormente Michael Barasch, abogado representante de unos 20.000 afectados por la toxicidad del polvo del World Trade Center. De momento, la organización encargada de brindar protección a las víctimas calcula que al menos unas 1.300 personas que trabajaron en el WTC han contraído la COVID-19 en los últimos seis meses.

Hasta el momento, según The City, el estudio clínico de los investigadores del programa de salud ha sido “pequeño”. No obstante, las pocas muestras que se han llegado a analizar indican que la mortalidad en estas personas es casi seis veces mayor a la media. Por su parte, desde la organización insisten: toda protección es poca.

Así se vivió el 11-S: aniversario de la tragedia

“La otra torre, Ricardo, la otra Torre”. Esta frase de Matías Prats a su corresponsal en Nueva York es uno de los principales recuerdos en España de la fatídica mañana del 11 de septiembre de 2001. La confusión entre los viandantes, los medios de comunicación y el público en general era innegable. Acababa de estrellarse un avión contra una de las Torres Gemelas, probablemente el icono más importante de la ciudad que nunca duerme.

Apenas había tiempo de especular sobre un posible accidente cuando llegó el segundo impacto. No era un hecho fortuito; no era un error. Era un atentado, y la sociedad estadounidense, así como el mundo de la aviación, jamás volvería a ser la misma.

Bolívar Arellano, fotógrafo del New York Post, contaba en el programa 'Dónde Estabas Entonces' su experiencia en este dramático ataque: "¿Quién diablos va a atacar a EEUU de esta forma?", exclama. Aún no lo sabía, pero la alarma ya se estaba extendiendo por todo el país: en Pensilvania y el propio Pentágono se habían producido otras explosiones.

El primer ataque ocurrió a las 8:46 horas; el segundo a las 9:03 horas. Apenas 27 minutos después, a las 9:30 horas, George Bush comparecía en Florida: “Hoy hemos tenido una tragedia nacional. Aparentemente es un ataque terrorista”, expresaba. El propio Ricardo Ortega, una de las voces que había narrado el atentado, señalaba en una conexión en directo que se trataba de “algo organizado desde fuera de Manhattan”.

La simultaneidad de los ataques, así como sus objetivos; por un lado, uno de los iconos de Nueva York y, por otro, la sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos, ubicado en la capital —por no hablar del boeing estrellado en Pensilvania— disipaba muchas de las dudas. “El día más negro de Estados Unidos en 50 años”, lamentaba Matías Prats.