Es en Rosazza, un pueblo del norte de Italia de apenas 100 habitantes, donde se ha desatado el primer escándalo político del año para Giorgia Meloni. El 31 de diciembre, varios miembros del partido de extrema derecha Fratelli d'Italia, el partido de la primera ministra, celebran una fiesta de Nochevieja en un local del pueblo.
La organizaba Andrea Delmastro, subsecretario de Justicia. Pasada la medianoche, sale de la fiesta y escucha un disparo que viene de dentro del local. Cuando vuelve a entrar, uno de los invitados yace tumbado en una mesa con una herida de bala en la pierna.
El disparo sale de una pequeña pistola, un arma arma con la que, cargada, acude a la fiesta otro compañero de partido: el diputado Emanuele Pozzolo, que ni siquiera había sido invitado a la fiesta y pasó un rato antes del incidente solo a saludar.
Él niega haber apretado el gatillo y dice que se disparó de manera accidental, aunque, en 2015, Pozzolo aseguró que ningún arma se disparaba sola, aludiendo a la matanza de Oregón, en Estados Unidos.
En Italia no se explican que hace un diputado acudiendo con un arma cargada a una fiesta ni que fardara de ella con los invitados pasándola de mano en mano.
La Fiscalía ha abierto una investigación y ha pedido a Pozzolo la ropa que llevaba ese día, pero él, amparándose en su inmunidad parlamentaria, se ha negado. Aunque la oposición pide que sea cesado, para Fratelli d'Italia lo ocurrido no tiene ninguna relevancia política.