Han pasado cinco días desde el terrible terremoto y en Siria, las cosas están casi como las dejó. En este sentido, Raquel Martí, portavoz de UNRWA, lamenta que "solo han llegado dos grupos de rescate internacionales, uno argelino y otro iraquí". A este equipo se unen unos 3.000 Cascos Blancos, lo que supone un dispositivo insuficiente para tanto desastre. Además, Raquel Martí denuncia que "no hay maquinaria pesada en la zona para levantar los escombros y conseguir sacar a las personas atrapadas".

Siria sigue siendo un país en guerra, y la zona afectada por los terremotos tiene un acceso complicado. La portavoz de UNRWA explica al respecto que "es una zona dividida en diferentes grupos de oposición al régimen sirio". Allí, la UNRWA, tiene cuatro campamentos de refugiados, y dos de ellos están muy afectados por el terremoto. "La superpoblación de estos campos, unido a unas infraestructuras precarias, hace que nos temamos que la situación que nos vamos a encontrar va a ser bastante catastrófica", expresa Raquel Martí.

Los 12 años de guerra han dejado, además, cerca de siete millones de desplazados internos, familias sirias que huyeron del horror de las bombas y se refugiaron pegados a la frontera de Ucrania. Allí, desde el primer día, Naciones Unidas reparte la ayuda humanitaria preposicionada en el país, como "mantas térmicas, bidones para almacenar agua o lámparas solares", tal y como indica María Jesús Vega, portavoz de ACNUR.

Pese a que ya empiezan a llegar los primeros convoys a los campamentos, muchos refugiados sirios también cruzaron la frontera y llegaron hasta Turquía. "En las diez provincias más afectadas, hay una población de refugiados sirios aproximadamente de 1,7 millones", señala María Jesús Vega. Se trata de refugiados a los que el terremoto podría devolverles al pasado. Así, esta población, que en un 70% depende de la ayuda humanitaria, se ha visto obligada a hacer un esfuerzo más.