Hace 70 años Londres se quedó completamente cubierta de en una espesa niebla. Hacía frío, se quemó más carbón de lo habitual y el viento se paró, la combinación perfecta para que la ciudad estuviera cinco días completamente a ciegas. Se estima que unas 12.000 personas murieron.

Todo ocurrió en 1952, cuando Londres quedó sumida en una profunda oscuridad. La quema indiscriminada de carbón para calentar a la población del frío y la falta de viento provocaron una densa niebla conocida como 'smog' que paralizó la capital y un radio de 32 kilómetros.

"Fue producida por un proceso de inversión térmica, es decir, esa tapadera que es el anticiclón comprime la contaminación ese smog fotoquímico. Además, se generó niebla por la ausencia de borrascas y de viento. Se formó esa niebla ácida", explica Joanna Ivars, meteoróloga de laSexta.

Los que lo vivieron recuerdan que incluso dentro de las casas era imposible leer, ni siquiera al lado de una ventana. "Era una niebla cálida que envolvía todo".

Londres colapsó. Sin visibilidad, el transporte quedó suspendido, también el cine y la obras de teatro. Las ambulancias solo podían circular con la ayuda de un policía que les alumbraba con antorchas. Pero lo peor de esta gran niebla nunca antes vista en Londres es que fue mortal.

"Nunca había visto algo así en una persona de su edad, era un hombre joven en un estado de colapso total, con dificultades para respirar", cuenta Horace Pile, médico militar.

La gente en la calle se tapaba con un pañuelos, mascarillas o incluso con la mano. Aún así se estima que 12.000 londinenses fallecieron y más de 150.000 fueron hospitalizados por problemas respiratorios.

En la época, los titulares hablaron de asesinato masivo. Un punto de inflexión que provocó que el Parlamento británico legislara para evitar otra catástrofe como esta.