Los mandatarios de la Unión Europea abordan este jueves en Bruselas una decisión crucial: qué tipo de Europa queremos. ¿Una Europa que envía a los migrantes a terceros países o una que simplemente los devuelve a sus lugares de origen? ¿O una que, como propone España, acoge y reparte la carga migratoria entre los Estados miembros? De momento, la opción solidaria es la que menos apoyo encuentra en las instituciones europeas.
La reunión se perfila como una confrontación entre dos enfoques: el de la externalización de la gestión migratoria y el de la deportación masiva. Propuestas como la de Italia, que busca trasladar la 'patata caliente' a países extracomunitarios, incluso a regiones en conflicto como Siria, están ganando terreno. El Gobierno italiano, liderado por Giorgia Meloni, aboga por pagar a terceros países para que alberguen centros de detención y acogida temporal, siguiendo el modelo ya implementado en Albania.
El canciller austríaco ha defendido abiertamente la idea de enviar migrantes a Siria y Afganistán, describiéndolos como destinos "seguros", a pesar de las evidentes tensiones y conflictos que persisten en ambas naciones.
Por su parte, Países Bajos ha generado polémica al sugerir que Uganda podría ser el destino de migrantes africanos cuya solicitud de asilo haya sido denegada. Paradógicamente, el mismo gobierno neerlandés que promueve esta idea, advierte a sus ciudadanos LGTBIQ+ de los riesgos de viajar a Uganda debido a las leyes que criminalizan su orientación sexual, llegando incluso a imponer la pena de muerte. "Es solo una propuesta, aún no está finalizada", intentó suavizar el canciller neerlandés.
Francia, por su parte, adopta una posición más tradicional: devolver a los migrantes a sus países de origen. Comparada con las propuestas más radicales, esta parece casi piadosa.
Mientras tanto, España se mantiene firme en su postura de que la única solución real es acoger a los migrantes y repartirlos de manera equitativa entre los Estados miembros. Sin embargo, esta visión es minoritaria.
Con 15 de los 27 países de la Unión Europea inclinándose hacia el 'modelo Meloni' de externalización, el futuro de la política migratoria europea parece dirigirse hacia un enfoque más restrictivo.
El canciller alemán, Olaf Scholz, ha advertido que estas soluciones "no son más que gotas en el océano" y que Europa necesita mano de obra migrante para asegurar su futuro económico, una voz que queda en el aire en medio de las crecientes divisiones.
La discusión culminará el viernes, cuando Italia y Francia se reúnan en una cumbre paralela para intentar llegar a un acuerdo sobre el futuro de los centros de detención que Italia busca expandir fuera de sus fronteras.