Cerca de dos millones de personas, entre ellos también la oposición, han abarrotado las afueras de Estambul en una de las concentraciones más multitudinarias en la historia del país.
Las banderas turcas, las únicas permitidas en la concentración, tiñen de rojo las calles, lo que se interpreta como una señal de apoyo sin fisuras al presidente Erdogan.
"Nuestra lucha seguirá hasta que la amenaza termine y será cuando lo diga nuestro presidente. Siempre apoyaremos a Erdogan", confirma uno de los manifestantes.
Desde que fallara el Golpe de Estado el pasado 15 de julio, en Turquía se han suspendido 50.000 cargos, la mayoría en educación, y 27.000 personas han sido detenidas.
Una de las grandes súplicas de los ciudadanos es que vuelva la pena capital doce años después de ser abolida.
"Deberían colgar a los golpistas, ellos nos atacaron, no hay razones para protegerlos", añade otro de los manifestantes.
Por su parte, la Unión Europea se muestra preocupada por la deriva autoritaria del Gobierno de Erdogan, Austria rechaza seguir negociando la entrada de Turquía al club europeo.