Apunta a Daunte Wright, un joven negro de 20 años, con lo que, cree, es una pistola eléctrica. "Taser, taser, taser. ¡Oh, mierda! Le acabo de disparar", expresa poco después la agente.

La propia policía Kim Potter lo dice: le ha disparado con su pistola reglamentaria, no con una eléctrica. Ahora, ha sido declarada culpable de homicidio involuntario.

Kim Potter traga saliva y baja la cabeza. La madre de Daunte, dice, no pudo evitar el llanto.

Emoción desatada en la calle. A Daunte lo mataron el 11 de abril, en pleno juicio contra el policía que asfixió a George Floyd, y en la misma ciudad. Su muerte desató las protestas.

Daunte, al que pararon por una infracción menor de tráfico, no iba armado ni suponía una amenaza para los agentes.

Se considera que la agente fue negligente y temeraria. Dijo confundir su arma de fuego con la pistola eléctrica, mucho más aparatosa y pesada. Un veredicto dice el fiscal, que sirve para rendir cuentas. "Redención de cuentas no es justicia. Justicia es reparación", afirma Keith Ellison, fiscal general de Minesota.

Al no tener antecedentes, la agente se enfrenta a entre 6 y 8 años y medio de cárcel.