El padre de la malograda cantante británica, Mitch, ofrece un recital en un club de jazz del centro de Londres para homenajear a su hija en el quinto aniversario de su muerte.
Como la mayoría de sus recitales y discos, los beneficios del concierto en el Pizza Express Jazz Club irán a parar a la Fundación Amy Winehouse, dedicada a prevenir los efectos del abuso del alcohol y las drogas en los jóvenes, precisamente aquello que mató a la cantante de 'Rehab'.
La Fundación es una de las principales encargadas de mantener vivo el legado de Winehouse, convertida en inconfundible musa del soul y el R&B con tan solo dos álbumes de estudio, 'Frank' (2003) y 'Back to Black' (2006).
El éxito comercial acompañó a la cantante desde su disco debut, del que vendió más de un millón y medio de copias, y que le sirvió para hacerse con su primera candidatura a los prestigiosos Brit Awards.
El estallido de su fama llegó con su segundo álbum, que no tardó en cosechar un éxito arrollador con más de quince millones de copias vendidas. 'Back to Black' le valió el Brit a la mejor artista y la convirtió en la primera intérprete británica en ganar cinco Grammys.
Cuando murió, en el cenit de su carrera, su autopsia reveló que había bebido cinco veces por encima del límite permitido para conducir, un abuso que vino anticipado por diversas actuaciones desastrosas durante aquél último verano, en las que apenas se podía tener en pie, y la cancelación de su gira europea.
Amy continúa presente en la memoria colectiva de los británicos, hasta el punto de que el pasado enero estuvo nominada, a título póstumo, como mejor artista femenina del año en los Brit, junto con cantantes como Adele, Florence Welch, Jess Glynne y Laura Marling.