Parecía que no se iban a poner de acuerdo en los temas más espinosos, pero ha sorprendido el tono de conciliación de Donald Trump, que ha calificado la cumbre del G7 de "muy productiva".

La visita sorpresa del jefe de la diplomacia iraní, Mohammad Yavad Zarif, ha sido determinante para que los países del G7 se pongan de acuerdo. En un intento de suavizar las relaciones entre Washington y Teherán, fue invitado por Macron y, aunque no hubo reunión entre ambos países, al presidente de Francia no le salió mal la jugada.

"Hemos hecho grandes progresos respecto a Irán en términos de unidad del G7 y ha habido una gran unidad", ha asegurado por su parte Trump.

En el mismo escenario y con el mismo protagonista, otra trama que afecta al resto de actores: la guerra comercial entre China y Estados Unidos.

Parece que hay luz al final de un túnel que, hasta hace bien poco, estaba atascado por las amenazas de subidas de aranceles. "Vamos a empezar a negociar y ya veremos qué ocurre, pero creo que alcanzaremos un acuerdo", ha adelantado el mandatario estadounidense. Un acuerdo comercial que Trump también se muestra abierto a retomar con la Unión Europea.

Pero la cumbre ha servido para que queden patente la división de opiniones en temas tan importantes como el regreso de Rusia al G7. Trump insiste en la vuelta de Moscú: "Yo digo que sí, algunos están de acuerdo conmigo y otros no", ha deslizado.

Otro tema en el que tampoco se ponen de acuerdo es el cambio climático: Trump se ha ausentado de la sesión de trabajo sobre este tema y se ha centrado en sus acuerdos bilaterales.

Queda por ver si habrá declaración conjunta o no tras una cumbre en la que sí se ha alcanzado un acuerdo para ayudar a los países afectados por el incendio de la Amazonia y que se traducirá en al menos 20 millones de euros en ayudas.