La habitualmente bulliciosa Cuba se encuentra cerrada por defunción. Las maniseras siguen vendiendo en las calles, pero lo hacen en voz baja; y aunque los turistas siguen recorriendo sus calles, muchos locales se encuentran cerrados, y es que hasta el domingo servir alcohol o poner la música alta estará prohibido.
También se han restringido los espectáculos y conciertos; hasta el icónico cabaret 'Tropicana' y el deporte local por excelencia, el béisbol, han cesado su actividad.
Porque, de momento, como rezan los carteles revolucionarios, Cuba sigue siendo Fidel y su voz se ha quebrado junto a la de su comandante.
Las salvas de artillería, los murmullos en la Plaza de la Revolución y las multitudinarias misas en memoria de Fidel son lo único que rompe el silencio en una Habana rodeada de luto.