Cuba atraviesa un duro bache económico, sanitario y social que eleva la tensión social que arrastra la isla desde el estallido social espontáneo del 11 de julio. Este acabó en una dura represión, cientos de detenidos y una cabeza visible del movimiento contra el Estado, Yunior García.
El conocido rostro de la oposición, dramaturgo y fundador de 'Archipiélago', asegura que no querían llevarle a la cárcel, sino "anularme". Desde la plataforma que él mismo fundo convocó una protesta el pasado 15 de noviembre que el gobierno cubano frustró. Cuenta que rodearon su casa desde las cinco de la mañana y sintió pánico, lo que le llevó a huir a Madrid el pasado miércoles, desde donde, dice, sigue haciendo activismo.
Considera que lo más importante ahora es "pensar en la gente que está dentro de Cuba". También lo cree Massiel Rubio, que lleva más de cinco años viviendo en Madrid y nueve meses enviando medicinas a Cuba, para los más vulnerables también frente al COVID-19, como los enfermos de Alzheimer, los de Parkinson o los asmáticos, que llevan años sin poder conseguir su medicación.
Ayuda en lo que puede desde la distancia, pero reconoce que le invade un sentimiento de culpa por no estar allí. "Tengo amigos que me dijeron que o se morían de hambre, o de una enfermedad, o de que les diesen un palo en una manifestación, y prefieren que les den un palo en una manifestación".
Muchos de los cubanos que participaron en las protestas permanecen aún encarcelados, tal y como cuenta a laSexta desde la isla Alina López Hernández, historiadora cubana, asegura que "algunos han sido condenados apenas de cárcel extremadamente altas", de más de 20 años.
Asegura que la situación desde el 15N se ha calmado, pero recalca la gravedad de la crisis: "Es extraordinaria, no hay expectativas de que se vaya a cambiar. Deja claro que el mensaje del estado va a ser la represión. Lo que obliga a cada vez más gente, como Yunior o Massiel, a buscarse la vida lejos de su hogar.