El 'photogate', también conocido como fake-Kate-gate, ha abierto un cierto cisma en la Familia Real británica y con su pueblo ya sea en términos de tradición o comunicación, según han señalado multitud de expertos. Mientras que los reyes aprueban en la gestión del cáncer de Carlos III, los príncipes de Gales reciben un suspenso. "El rey Carlos y su equipo han sabido gestionar mejor la situación", destaca Simon Hunter, periodista de 'The Times' y habitual seguidor de las actividades en Buckingham.

Del monarca primero se supo que tenía problemas de próstata, para más tarde confirmar que padecía un cáncer. Lo comunicó y se le ha visto en diversas ocasiones: cuando ha ido al hospital, durante su recuperación en la campiña junto a su mujer Camilla -la cual tampoco ocultó su baja por agotamiento- y hasta en actos puntuales en cumplimiento de sus obligaciones reales. Sin ir más lejos este lunes, con motivo del día de la Commonwealth.

Si quieres ser creído, tienes que ser visible

Isabel II

Carlos III ha roto una de las máximas de su madre que establecía que los reyes no exteriorizan debilidades. Sin embargo, esta acción se valora de manera positiva entre los expertos. A ojos de Hunter "ha querido utilizar sus problemas de próstata para animar a los hombres a hacerse las pruebas".

Al contrario, la experta en comunicación, estrategia y estética Patrycia Centeno considera que la princesa de Gales ha traicionado "uno de los lemas más repetidos de Isabel II: si quieres ser creído, tienes que ser visible".

'Fake' Middleton sigue empeñada en ocultarse -por el momento tan solo se le ha podido intuir en su supuesta última foto- o tapar sus miserias —con el montaje que ha desatado la polémica en el que se han contabilizado hasta dieciséis retoques-. Más tarde, incluso ofreció unas declaraciones que no han convencido a casi nadie.

Desde Navidades la actitud de Kensington es la de negar a ponerle nombre a lo que le pasa a la Princesa más allá de la "cirugía abdominal" sobre la que no se ofrecieron más detalles. Sin entrar en el derecho a la privacidad, la lógica preocupación entre sus futuros súbditos aumenta ante la opacidad de quienes están llamados a reinarles.