Más de la mitad de las primeras personas hospitalizadas tras ser infectadas por el virus de la COVID-19 -concretamente, el 55%- tiene al menos un síntoma de esa enfermedad dos años después del contagio inicial. Así se señala en un estudio realizado a 1.192 pacientes ingresados entre el 7 de enero y el 29 de mayo de 2020 en el Hospital Jin Yin-tan de Wuhan (China), ciudad que se convirtió en el primer epicentro de la pandemia. El trabajo, elaborado por 16 autores y revisado por pares, está publicado en la revista 'The Lancet Repiratory Medicine'.

El estudio se basa en un seguimiento a los seis meses, los 12 meses y dos años después del alta hospitalaria de esos pacientes, que se encuentran entre las primeras personas hospitalizadas en el mundo tras contagiarse del virus SARS-CoV-2, que causa la COVID-19. La salud física y mental de esas personas mejoró con el tiempo, pero el análisis sugiere que los pacientes con COVID-19 tienden a tener una mala salud y una calidad de vida más deficiente que la población general, sobre todo los que tienen COVID persistente, esto es, que manifiestan al menos un síntoma de la enfermedad tiempo después (como fatiga, dificultad para respirar y problemas para dormir).

Las evaluaciones incluyeron una caminata de seis minutos, pruebas de laboratorio y cuestionarios sobre síntomas, salud mental, calidad de vida relacionada con la salud, si habían regresado al trabajo y uso de la atención médica después del alta. Los efectos negativos de la COVID persistente en la calidad de vida, la capacidad de ejercicio, la salud mental y el uso de la atención médica se determinaron comparando participantes con y sin síntomas prolongados de COVID-19.

Los resultados de salud a los dos años se determinaron usando un grupo de control emparejado por edad, sexo y comorbilidades en la población general sin antecedentes de infección por COVID-19. La mediana de edad de los participantes en el momento del alta fue de 57 años y el 54% eran hombres. Seis meses después de enfermarse inicialmente, el 68% de los pacientes analizados informaron al menos un síntoma de COVID persistente, porcentaje que se reduce al 55% dos años después de contagiarse.

La fatiga o la debilidad muscular, entre los síntomas más frecuentes

La fatiga o la debilidad muscular fueron los síntomas más frecuentes y descendieron del 52% a los seis meses a un 30% a los dos años. Independientemente de la gravedad de su enfermedad inicial, el 89% de los primeros pacientes había vuelto a su trabajo original 24 meses después de infectarse. Dos años después de enfermar, los pacientes con COVID-19 generalmente tienen peor salud que la población general, pues un 31% manifiesta fatiga o debilidad muscular y un 31%, dificultades para dormir.

La proporción de participantes de la población general sin COVID-19 que informaron de estos síntomas fue de un 5% y un 14%, respectivamente. Los pacientes con COVID-19 también tenían más probabilidades de tener otros síntomas, como dolor en las articulaciones, palpitaciones, mareos y dolores de cabeza. En los cuestionarios de calidad de vida, también informaron de dolor o malestar con más frecuencia (23%) y ansiedad o depresión (12%) que los participantes sin COVID-19 (5% en ambos casos).

Las evaluaciones de salud mental de los participantes con COVID revelan que un 13% mostraba síntomas de ansiedad y un 11% contaba con síntomas de depresión

Alrededor de la mitad de las personas analizadas tenía síntomas de COVID persistente a los dos años e informó de una calidad de vida más baja que aquellos sin la enfermedad. En los cuestionarios de salud mental, un 35% manifestó dolor o malestar y un 19%, ansiedad o depresión. La proporción de pacientes con COVID-19 sin COVID persistente que informaron estos síntomas fue de un 10% y un 4% a los dos años, respectivamente. Los participantes con COVID persistente también confesaron tener más problemas con su movilidad (5%) o niveles de actividad (4%) que aquellos que no han pasado la enfermedad (1% y 2%, respectivamente).

Las evaluaciones de salud mental de los participantes con COVID persistente desvelaron que un 13% mostraba síntomas de ansiedad y un 11% contaba con síntomas de depresión, frente a un 3% y un 1%, respectivamente, de quienes no tenían la enfermedad. Los participantes con COVID persistente usaron con más frecuencia los servicios de atención médica después de recibir el alta, con un 26% que informó una visita a la clínica ambulatoria en comparación con un 11% de las personas analizadas sin COVID.

"Nuestros hallazgos indican que para una cierta proporción de supervivientes hospitalizados de COVID-19, aunque pueden haber eliminado la infección inicial, se necesitan más de dos años para recuperarse completamente de la covid-19. El seguimiento continuo de los supervivientes de COVID-19, particularmente aquellos con síntomas de COVID persistente, es esencial para comprender el curso más prolongado de la enfermedad, al igual que la exploración adicional de los beneficios de los programas de rehabilitación para la recuperación", apunta Bion Cao, del Hospital de la Amistad China-Japón, ubicado en Pekín.