Los sindicatos franceses continúan este jueves con su novena jornada de movilizaciones en poco más de dos meses contra la reforma de las pensiones y la primera tras su polémica adopción por decreto defendida por el presidente Emmanuel Macron. En ella, se retrasa la edad de jubilación a los 64 años frente a los 62 años actuales. Además, los sindicatos han cargado contra Macron por, dicen, querer desacreditar las protestas.

El Gobierno francés ha cifrado en poco más de un millón los manifestantes que han salido a las calles este jueves. Pero la cifra ha sido elevada hasta los 3,5 millones por la Confederación General del Trabajo (CGT).

En la capital, París, al menos 880.000 personas han salido a las calles, una cifra que ha sido rebajada a 119.000 por el Ministerio del Interior durante una jornada en la que cerca de 5.000 policías han velado por la seguridad en la ciudad.

Ante el éxito de la convocatoria, los principales sindicatos franceses han decidido convocar un décimo día de huelga general para el próximo martes 28 de marzo, que vendrá acompañada también de mítines sindicales durante el fin de semana para su preparación.

Disturbios en las calles

Aunque la manifestación de este jueves en París se vio empañada por duros enfrentamientos entre elementos violentos y las fuerzas del orden, la destrucción de mobiliario urbano y de escaparates comerciales. Como en París, las manifestaciones también degeneraron en incidentes en otras ciudades del país, como Rennes, Nantes, Burdeos o Lorient.

Individuos vestidos de negro y con el rostro cubierto con capuchas que iban varios cientos de metros por delante del cortejo sindical lanzaron proyectiles a las fuerzas del orden, que respondieron con gases lacrimógenos durante el recorrido entre la plaza de la Bastilla y la Ópera donde acaba la marcha.

En algunos puntos, provocaron incendios aprovechando la basura acumulada en las calles por la huelga de recogida que dura ya más de dos semanas, lo que obligó a intervenir a los bomberos. Hay, hasta el momento, 14 arrestos.

Un país casi paralizado

La huelga ha paralizado el sector del transporte -con trenes, aviones y carreteras afectadas-, así como la educación o la sanidad, mientras continúan los paros y bloqueos en refinerías y recolectores de basura.

El paro de los controladores aéreos ha obligado a la cancelación anticipada del 30% de los vuelos en el aeropuerto parisino de Orly y el 20% en los de Marsella, Toulouse y Lyon. Este jueves solo circulan la mitad de los trenes de alta velocidad (TGV), ninguno del resto de los de largo recorrido, un tercio de los regionales. Y en los cercanías de París, según las líneas se han anulado entre el 50% y el 80%.

A eso se añade una situación muy perturbada en el metro de París, ya que solo funcionan normalmente las dos líneas automáticas (la 1 y la 14), mientras en el resto los horarios del servicio son reducidos y con muchos menos trenes de los habituales

Las refinerías están, bien paralizadas, bien con piquetes de huelguistas a la entrada para impedir la salida de carburante y, aunque el Gobierno ha impuesto la vuelta al trabajo de algunos empleados en depósitos estratégicos, el porcentaje de gasolineras que se han quedado sin algún producto no deja de crecer. En la capital sigue habiendo miles de toneladas de basura amontonada en las calles de algunos distritos por una huelga de la recogida que se prolonga desde hace más de dos semanas.

El aprovisionamiento en carburante, con las huelgas en las refinerías y los piquetes que impiden la salida de camiones de algunos depósitos estratégicos, se está convirtiendo en una de las claves del pulso de las protestas en Francia contra la reforma de las pensiones del presidente. El Ministerio de la Transición Energética anunció este jueves que "ante las tensiones de aprovisionamiento en ciertos departamentos" ha decidido prolongar 48 horas más la obligación de la vuelta al trabajo de algunos empleados de los depósitos del puerto de Fos-sur-Mer, cerca de Marsella.

Macron calienta más los ánimos

La intervención de Macron el miércoles, defendiendo su reforma de las pensiones y asumiendo el precio político este miércoles parece haber calentado más los ánimos, al menos de los que siguen dispuestos a continuar la contestación.

Los principales líderes sindicales franceses cargaron este jueves contra la intención que perciben en el presidente Macron para desacreditar las protestas contra su reforma de las pensiones por los altercados que se han producido en algunas de ellas, que consideran marginales.

"Es una provocación", subrayó el líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martínez, que se esforzó en minimizar la posibilidad de que los sindicatos se vean desbordados por grupos extremistas y manifestaciones espontáneas: "Lo que no está organizado es muy marginal".