El momento es estremecedor: un fornido marine atenaza, estrangula, en el suelo, al joven negro al que ha reducido en un vagón del Metro a su paso por Manhattan. Con todas sus energías —sólo hay que fijarse en su cara— le practica una llave de ahogamiento... más propia de un combate militar. 'Ayudado' por otros dos hombres, aunque el reducido no parece oponer gran resistencia y les pide repetidamente que paren. En un momento dado, parece empezar a convulsionar... Y así, un cuarto de hora.

"Eso te pasa por liarla en el vagón", le dicen. Luego, tratan de convencer a los presentes: "No pasa nada, va a ponerse bien". Otros pasajeros han explicado que el afroamericano acababa de sufrir, claramente, una crisis mental: al parecer, empezó echando su chaqueta al suelo para pedir limosna y acabó increpando a los viajeros.

Cuando llegaron, los sanitarios no pudieron reanimarle. Esos 15 minutos de estrangulamiento le mataron, como recuerdan con sus lemas las protestas que se suceden en su honor en el suburbano y las calles de Nueva York.

De hecho, el forense ha confirmado en las últimas horas que fue un homicidio con todas las letras. Pese a eso, quien le mató (y quienes formaron 'escuadrón' con él), está libre sin cargos. Oficialmente, a la espera —ahora, días después— de investigación... extraoficialmente, por ser un militar condecorado.

"Una vida arrebatada por un sinsentido, la de un hombre sin hogar con problemas de salud mental" claman algunos neoyorquinos. La Gran Manzana perdía así a este icono de su vida callejera, conocido imitador de Michael Jackson, que parece ser que sufrió serios problemas tras el asesinato desu madre, perpetrado por su padrastro.

Demasiada pérdida innecesaria, dicen los manifestantes que chocan con la policía, por dejar a quienes se toman la justicia por su mano.