El veto total a la importación de petróleo ruso no tiene vuelta atrás, pero la Unión Europea reconoce que será una tarea titánica. Como ha explicado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, "será una prohibición total de importación de todo el petróleo ruso, por mar y por oleoducto, crudo y refinado".

El embargo se va a hacer de forma progresiva. Los Estados miembros tendrán un plazo de seis meses para dejar de comprar el crudo a Rusia, y hasta finales de año para dejar de utilizar sus combustibles refinados como el diésel.

A excepción de Hungría y Eslovaquia, que al no tener salida al mar son totalmente dependientes del petróleo ruso, por lo que tendrán de plazo hasta finales de 2023.

El sexto paquetes de sanciones, con el petróleo a la cabeza, ahora entra en fase de debate y debe ser aprobado por unanimidad por los 27.

Será una ardua tarea que se suma a las consecuencias de dar portazo a uno de los mayores proveedores de energía. Como consecuencia de este veto se encarecerían los productos derivados del petróleo y lo que el ciudadano tiene que pagar cada vez que acude a reponer gasolina.

El Kremlin advierte y dice que es un arma de doble filo y que lo vamos a pagar muy caro.

Entre las nuevas sanciones, la expulsión del sistema de transacciones internacional a Sberbank, el banco más grande de Rusia. También se quiere castigar a los responsables de las masacre de Bucha y Mariúpol. Y las tres televisiones estatales rusa dejarían de operar en suelo europeo.