Tragedia en los alrededores del Capitolio de Estados Unidos, que en cuestión de segundos creyó revivir el momento más crítico y oscuro de su historia. Todo sucedió sobre las 13:00 horas, momento en el que un conductor estrelló su vehículo contra uno de los puestos de control donde se encontraban dos agentes que custodiaban el complejo. Los primeros momentos fueron confusos, como anunció la Policía del Capitolio a través de Twitter: "Nos hemos desplazado a una zona del acceso norte en la Avenida de la Independencia al ser informada de que alguien embistió con su vehículo a dos agentes".
La misma policía confirmaba poco después que, tras la embestida, el atacante salió del vehículo sosteniendo un arma blanca y se abalanzó sobre los oficiales, matando a uno de ellos: "El sospechoso salió del vehículo con un cuchillo en la mano y se dirigió de forma a agresiva a los dos agentes del Capitolio". El atacante fue acribillado a tiros en el acto, por lo que también fue trasladado al hospital, aunque murió media hora más tarde.
Actualmente, el otro agente herido se encuentra hospitalizado, aunque en situación estable. Horas después, controlada ya la situación en la zona, las fuerzas de seguridad se pusieron en marcha. "La policía metropolitana tomará el control de esta investigación", declaró Robert Contee, jefe del Departamento de Policía Metropolitana. Todo para saber la razón de este ataque -aunque la policía no cree que sea un acto terrorista- perpetrado por Noah Green. Tenía 25 años y, según apuntan medios estadounidenses, era un declarado seguidor de la Nación del Islam. La policía aún investiga las motivaciones.
Los agentes también están analizando actualmente el historial de salud mental de Green, quien aseguraba en sus redes sociales que era objeto de ataques del Gobierno, de la CIA y del FBI. Acababa de abandonar su trabajo en busca, según él mismo afirmaba, de un viaje espiritual: "Estos últimos años han sido duros, y estos meses han sido más duros aún. He sido sometido a algunas de las pruebas más grandes e inimaginables de mi vida".
Al tiempo que se producía el ataque, el Capitolio se cerraba automáticamente ante el aviso de alerta externa. El complejo fue blindado con órdenes claras anunciadas a través de la megafonía: nadie podía entrar ni salir de la zona, que fue totalmente acordonada; tampoco los trabajadores pudieron salir allí hasta el aviso policial, aunque en el recinto no se encontraba ningún miembro de la Cámara de Representantes y del Senado, puesto que el Congreso está en receso por las vacaciones de Pascua.
Nos rompió el corazón enterarnos del violento ataque, enviamos nuestras condolencias"
Este suceso, que ha provocado tensión y asombro entre los ciudadanos que estaban presentes, vuelve a generar dudas sobre la seguridad del Capitolio, que se encuentra fuertemente blindado desde el asalto del 6 de enero por una turba de seguidores del expresidente Donald Trump que dejó cinco muertos, aunque hace dos semanas se habían retirado parcialmente algunas de las vallas de seguridad.
Un día después del ataque, las banderas han sido izadas a media asta tanto en el Capitolio como en la Casa Blanca en recuerdo del agente William Evans. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, desde Camp David, atento a las noticias de Washington, condenaba los hechos y mostraba su tristeza por el fallecimiento de uno de los agentes: "Nos rompió el corazón enterarnos del violento ataque. Enviamos nuestras más sentidas condolencias a la familia del oficial Evans".