Cientos de personas protestaron en las calles de una militarizada Charlotte en la tercera noche de manifestaciones raciales pese a que rige un toque de queda decretado después del fallecimiento del hombre herido de bala en la segunda noche de protestas.
Las últimas protestas fueron menos violentas que las de los dos días anteriores, pese a que la Policía lanzó gases lacrimógenos para dispersar a algunos de los manifestantes y que dos agentes fueron atendidos después de que les rociasen con un agente químico, de acuerdo con información del cuerpo. Las calles de Charlotte estaban llenas de soldados y blindados de la Guardia Nacional después de que el gobernador de Carolina del Norte, Pat McCrory, decretase el estado de emergencia tras dos noches de fuertes disturbios.
Al estado de emergencia se le unió el toque de queda que decretó la alcaldesa de Charlotte, Jennifer Roberts, a partir de la medianoche y hasta las 06.00 hora local ante la tercera noche de protestas, una medida que "estará en vigor cada día" hasta que concluyan los disturbios.
"Se prohíbe desplazarse por la calle, callejón, carretera o cualquier otra propiedad pública, excepto aquellos que estén buscando asistencia médica, comida o servicio necesario para el bienestar de sí mismos o sus familias", señala la proclama. La Policía, de todos modos, informó pasada la medianoche que no impondrá el toque de queda mientras la protesta sea pacífica.
Además del muerto, los disturbios han dejado numerosos heridos y medio centenar de detenidos. Las protestas estallaron después de que un policía matase a tiros al afroamericano Keith Lamont Scott, de 43 años, en el aparcamiento de un edificio de apartamentos mientras esperaba que su hijo regresase del colegio para recogerlo.