En una pequeña casa en un barrio humilde de Sinaloa: así empezaron su negocio los hijos del Chapo Guzmán. Dignos herederos del emporio criminal de su padre, el mayor narcotraficante de México en este siglo, detenido por última vez en el año 2016 y extraditado a EEUU al año siguiente.
Ellos han aprovechado la red que ya tenía su padre: sus aviones, barcos, mulas que pasan por garitas fronterizas, e incluso, los famosos narcotúneles subterráneos que conectan México y Estados Unidos. A través de uno de esos túneles, de más de un kilómetro y medio de largo y que tenía incluso corriente eléctrica, fue por donde escapó el Chapo de una cárcel de máxima seguridad en julio de 2015.
Especialmente a partir del año 2019 sus hijos ampliaron y maximizaron el negocio familiar: donde antes el cártel de Sinaloa fabricaba metanfetamina, ahora fabrica fentanilo. Una droga sintética 50 veces más poderosa que la heroína, capaz de tumbar en segundos a un policía que, por accidente, en una redada, se expuso a él.
Los "Chapitos S.A.", como coloquialmente se ha bautizado a su organización, son ahora el objetivo de la fiscalía general de Estados Unidos porque las muertes por sobredosis de fentanilo son una gran epidemia en el país. "La red está dirigida por el cártel de Sinaloa y apoyado por precursores químicos y medicamentos chinos", explicó el fiscal general de EE. UU. Merrick Garland.
El Departamento de Justicia ha lanzado una acusación contra tres de los hijos del chapo y 25 de sus secuaces basada en una investigación muy pormenorizada. La habrían logrado después de infiltrarse en el cártel.
Así, han identificado como uno de los cabecillas a Ovidio Guzmán, capturado a principios de este año, y quien, según EEUU, era el encargado de la red de laboratorios. Sus dos hermanos, Iván Archivaldo Guzmán Salazar y Jesús Alfredo Guzmán Salazar son los otros dos hombres fuertes del cártel. Ambos están en busca y captura, con una recompensa de hasta 10 millones de dólares.
Según los investigadores, Jesús Alfredo es el encargado de las relaciones con traficantes chinos, los proveedores de los químicos necesarios para fabricar el fentanilo, y su hermano Iván Archivaldo, es el encargado de la seguridad de las operaciones.
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Según los investigadores el cártel de los chapitos es "más despiadado, más violento y más mortífero" que el de su padre en sus mejores años. Habrían llegado a experimentar su fentanilo y derivados en personas, llegando a provocarles la muerte por sobredosis... y cuando capturan a un enemigo, se lo dan de comer a los tigres que tienen como mascotas.