Llegan exhaustos parte de los supervivientes de los últimos naufragios en el Mediterráneo a bordo de un barco en el que también están los cuerpos de las 45 personas que perdieron la vida en su interior. Sólo es uno de los barcos que se han hundido en los últimos días.

Además, en ese trágica lista se ha añadido un barco más. Uno que llevaba a bordo a 700 personas, de las que 550 siguen desaparecidas. Casi todos ellas viajaban en la bodega por ser los que menos habían pagado a los traficantes. Había por lo menos 40 niños, muchos de los cuales eran recién nacidos.

Se suman a las centenares de vidas que cada año se quedan en aguas del Mediterráneo y de las que nada se vuelve a saber. Sólo en esta semana hay cerca de 1.000 desparecidos ya que con el buen tiempo vuelven a multiplicarse los intentos por alcanzar las costas europeas.

La ruta más transitada en los últimos días es la que sale de Libia. En ella las mafias campan a sus anchas aprovechando el vacío de poder, engañando a los inmigrantes y refugiados, prometiéndoles un viaje seguro, pero, en realidad, acaban en barcos sobrecargados.

"Los traficantes nos dijeron que era un barco seguro, pero embarcaron a muchísima gente", explica Mohammed, uno de los refugiados supervivientes. Los que son interceptados en el mar por las autoridades libias son encerrados en centros de detención donde acaba, para muchos, su sueño de una vida mejor.