El ébola en República Democrática del Congo (RDC) ya suma 1.009 casos y se ha cobrado 629 vidas desde el comienzo del brote del virus el pasado verano, según ha informado este domingo el Ministerio de Sanidad del país africano.

De acuerdo con Efe, las autoridades cifran en 1.009 los contagios, 922 confirmados y 65 probables, y en 629 las muertes, de las que 564 han dado positivo en el laboratorio. "De forma alarmante en esta etapa del brote, el número de casos de ébola de nuevo está en aumento. En la semana pasada, hemos visto 58 casos nuevos: el número más alto en una semana en 2019", advierte en un comunicado Tariq Riebl, director de respuesta a emergencias del Comité Internacional de Rescate (IRC) en RDC.

"Estos números muestran que, a pesar del arduo trabajo realizado, este brote está lejos de terminar", añade Riebl, quien señala que esta epidemia podría perdurar aún de "seis a doce meses", después de que fuera declarada el pasado agosto en las provincias nororientales de Kivu del Norte e Ituri.

Una de las causas del lento avance en la lucha contra el ébola, de acuerdo con el IRC, es el hecho de que la epidemia se encuentre en una zona en conflicto -con decenas de milicias y grupos armados-, así como el rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento.

La inseguridad y la violencia han provocado que tanto el IRC como Médicos Sin Fronteras, entre otras organizaciones, se vean obligadas a suspender programas y cerrar centros de tratamiento contra el ébola, lo que aumenta el número de casos al dificultar su identificación e intervención tempranas.

Desde el pasado 8 de agosto, casi 91.286 personas han sido vacunadas, en su mayoría, en las ciudades de Katwa, Beni, Butembo y Mabalako. El brote actual es el décimo que padece la República Democrática del Congo: es el que ha contado con el mayor número de contagios en el país y el segundo más letal de la historia.

El brote más devastador a nivel global -que ocasionó 11.300 muertos y más de 28.500 infectados, según la Organización Mundial de la Salud- fue declarado en marzo de 2014 en Guinea-Conakri. Desde esta nación se expandió de forma exponencial a países vecinos como Sierra Leona y Liberia, en parte, por la tradición de lavar y besar a los muertos en funerales multitudinarios, una costumbre que también se practica en la República Democrática del Congo.