Como todo lo que tenido que ver con Hugo Chávez, su enfermedad también ha sido desmesurada. Un relato que mezcla ficción y realidad, y del que nunca se sabrá la verdad. A mediados de 2011, una simple lesión en la rodilla izquierda evolucionó en un tumor maligno. Chávez pasó sus últimos años en un eterno puente aéreo Caracas-La Habana, en una decisión estratégica. El régimen cubano se convirtió en garante del secreto de estado más importante.

Mientras, el pueblo venezolano asistía a la enfermedad del comandante cómo si de un reality se tratara. Sus apariciones con el rostro hinchado fruto del agresivo tratamiento dispararon los rumores. Chávez sobrevivió a su última campaña con la utilización política de su enfermedad.

Una personalidad incombustible que no casaba bien con el reposo necesario en una convalecencia. En varias ocasiones cantó victoria, pero en diciembre reapareció el fantasma del cáncer, quizá porque nunca se había marchado.