Las guerras de Gaza o de Ucrania no sólo repercuten en las propias zonas asediadas, sino que hay otros lugares donde hay daños colaterales de estos conflictos. Por ejemplo, los campos de refugiados del Sahara.
Son sitios como Tinduf, en Argelia, donde viven cerca de 175.000 refugiados saharauis en los precarios campamentos levantados hace ya casi 50 años que viven de las ayudas del primer mundo.
"Conflictos como el de Ucrania o como es cualquier tipo de conflicto o de catástrofe que se produce en sitios donde la canalización de la ayuda pues puede ser más intensiva, lo notan este tipo de refugios crónicos", explica Pepe Fernández, presidente de 'Médicos por el mundo'.
El Programa Mundial de Alimentos ha tenido que reducir casi en un 30% las raciones de emergencia distribuidas entre la población refugiada saharaui, y eso se traduce en hambre.
Quienes más la sufren son las mujeres embarazadas y los niños: "Durante el embarazo la anemia se intensifica. Las mujeres pueden llegar al parto con cifras de hemoglobina muy bajas, una hemorragia durante el parto o cualquier otra circunstancia parecida, pues puede provocar muerte materna".
"Hay una dependencia absoluta, pero absoluta de la ayuda externa. Es un refugio y allí ya han nacido generaciones. Hay abuelas y abuelos cuyos nietos y nietas piensan que el mundo y la vida es eso precisamente: el refugio", concluye.