El café es el principal producto de exportación de Etiopía, aproximadamente un tercio de los ingresos proceden de su exportación, y es la principal fuente de divisas. Sin embargo, las nuevas normas de deforestación de la Unión Europea, el mayor comprador de café para Etiopía y a quien vende un 30% de sus exportaciones, podrían dejarle fuera de juego independientemente de que sea uno de los de mejor calidad del mercado.

En Etiopía llevan siglos elaborando de manera tradicional su oro líquido y, según el profesor de la universidad de Dámaso, Mario Lozano, se trata de "un cultivo orgánico". En su mayoría, son pequeños agricultores los que cultivan el café sin pesticidas ni fertilizantes, pero lo hacen en mitad de la selva y, para eso, necesitan quitar árboles. Y, aunque "no se desforesta más de un 30%", como informa Lozano "porque el resto son árboles altos que los arbustos del café necesitan para protegerse del sol"; la Unión Europea no lo permite.

La institución ha puesto sobre la mesa una nueva normativa donde asegura que no aceptará dentro de sus fronteras ningún producto que proceda de zonas recientemente deforestadas, aunque los expertos en medio ambiente aseguran que la norma es buena pero que, como siempre, hay que ayudar a los países de origen, como Etiopía, donde "apoyar la transición para que pueda estar a la altura de las exigencias de la Unión Europea tiene beneficios en dimensiones, a nivel económico y de conocimiento", asegura Fernando Valladares, científico del CSIC y profesor de ecología en la universidad rey Juan Carlos.

En Etiopía cinco millones de pequeños agricultores dependen de este cultivo, ya que más del 30% de este café se exporta a países de la UE, y quitarles este mercado supondría perderlo todo.