El Primer Ministro británico, Boris Johnson, ha asegurado que existen pruebas de que la nueva variante del COVID-19 descubierta a finales del año pasado en el país podría estar asociada a una mayor mortalidad, concretamente un 30% más.

"Hemos sido informados hoy de que, además de propagarse con mayor rapidez, parece que hay pruebas de que la nueva cepa -la que se descubrió por primera vez en Londres y el sureste de Inglaterra- puede estar asociada a un mayor grado de mortalidad", ha señalado el Primer Ministro en rueda de prensa.

Por este motivo, ha explicado, el sistema público de salud (NHS) está "sometido a una mayor presión". Aún así, Johnson ha afirmado que todas las pruebas actuales demuestran que ambas vacunas, la de Pfizer y la de Moderna, siguen siendo eficaces contra las antiguas y nuevas cepas.

El mapa de las cepas en el mundo

La cepa británica está en todas partes. O, al menos, en buena parte del mundo: todo el continente europeo está invadido por esta variante del coronavirus. Del Reino Unido a España, pasando por Suecia, Dinamarca, Francia, Países Bajos, Alemania, Italia, o Suecia, entre otros.

Ante esto, la Unión Europea ha decidido ir más allá en sus medidas: este jueves, durante la celebración de la Cumbre del Consejo Europeo, se ha adoptado la decisión de aislar las zonas de mayor incidencia. Si bien no se cerrarán fronteras, un punto en el que la UE ha querido insistir, los dirigentes afirman que se "redefinirán" las zonas con más y menos riesgo.

Los países miembros incluso se plantean crear una nueva categoría basada en colores: en concreto, se señalarían en rojo oscuro las zonas más afectadas con las nuevas cepas. Ahora bien, los mandatarios aún no han acordado nada tangible.