Mientras muchos dispositivos de rescate internacionales se retiran de Marruecos tras seis días de búsqueda, la unidad de Emergencia y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid (ERICAM) se mantiene en Talat N’Yacub con la esperanza de que la cifra de víctimas mortales, que roza las 3.000 en todo el país, deje de aumentar en los próximos días.

"No creo que suban muchísimo más las víctimas. Puede ser que algunas sí en las zonas alejadas a las que no se ha podido acceder para desescombrar, pero tienen poca densidad de población. Subirán algo, pero lo normal es que no salgan muchas más", explica en declaraciones a EFE la jefa del dispositivo, la oficial de bomberos Annika Coll.

Desde que llegaron la madrugada del domingo al lunes a Talat N’Yacub, una aldea de poco más de 2.000 habitantes y que ha sido de las más afectadas por el terremoto de magnitud 6,8 que sacudió la región del Atlas el pasado viernes, los servicios de búsqueda y rescate locales e internacionales han localizado 253 cadáveres y 127 personas con vida.

Aunque los habitantes del pueblo en el que están desplegados una treintena de efectivos del ERICAM -bomberos, sanitarios del SUMMA 112 y guías caninos- ya no esperan encontrar a más personas bajo los escombros, Coll y su equipo continúan a la espera de posibles réplicas o nuevas operaciones de rescate en localidades cercanas.

Mientras, muchos de los dispositivos de ayuda españoles desplegados en diferentes puntos de Marruecos han comenzado ya su retirada.

"La mañana del jueves todavía tuvimos trabajo, aunque estamos a la espera de que empiece la fase de desmovilización. Pero pueden surgir cosas, como la otra noche, que hubo una réplica bastante fuerte (de 4,6) y nos han pedido que montásemos un equipo para atender a tres heridos. Nunca sabes cuándo puede salir una intervención", asegura.

Hasta el momento, sus tareas se han centrado en la evaluación del terreno y en brindar apoyo a los dispositivos marroquíes, participando solo en el rescate de un cadáver.

La autoridad civil y militar marroquí tiene "buenos medios" para atender la emergencia y declina la idea de que, rechazando la ayuda de países como Francia, el Gobierno de Marruecos haya dificultado el rescate de muchas víctimas.

"Desplegar muchísimos medios no es siempre la mejor manera de responder. No hacen falta 5.000 personas trabajando a la vez porque no hay 20.000 personas bajo los escombros", rebate, comparando la situación con el seísmo que azotó Turquía y Siria el pasado febrero, en el que también estuvo comisionada.

Los marroquíes no se sienten solos

Lo primero que recuerda Coll de la mañana del lunes es el llanto de una mujer al ver el estado en el que se encontraba el pueblo, cuyas casas, mayormente hechas de adobe, se habían convertido en escombros.

"Venía gente a buscarnos, nos indicaban dónde estaban sus familiares, sus casas. Cuando pasa algo así, las personas están desubicadas, no llegan a entender qué ha pasado porque han perdido lo más estable, que es el hogar", dice.

Aunque en el pueblo reina el agradecimiento y las muestras de "cariño y emoción" de los locales por hacerles sentir "que no están solos", subraya que ellos son los artífices de la mayoría de los rescates, realizados inmediatamente después del temblor y que muchas veces ni siquiera están cuantificados.