El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue pillado este jueves paseando en su moto sin mascarilla en las inmediaciones del Palacio de la Alvorada, su residencia oficial, donde también fue visto conversando con empleados sin este elemento de protección.

Las imágenes fueron captadas un día después de que el dirigente volviera a dar positivo por tercera vez en una prueba diagnóstica de coronavirus, a cuya enfermedad se ha referido en varias ocasiones como "gripecita".

El presidente brasileño confirmó el pasado 7 de julio que había contraído la infección y anunció que se estaba tratando con hidroxicloroquina, cuya eficacia no está demostrada en pacientes de Covid.19, por lo que la OMS ha recomendado no utilizarla.

Bolsonaro, sin embargo, ha atribuido la mejora en su estado de salud al tratamiento a base de cloroquina y este jueves volvió a defender el fármaco en un directo transmitido en sus redes sociales: "No lo estoy recomendando, pero yo lo tomé y me estoy sintiendo muy bien hasta hoy", aseguró.

El polémico presidente ha protagonizado durante la pandemia numerosas controversias, se enfrenta a una denuncia de la Asociación Brasileña de Prensa por poner en peligro a los periodistas a los que informó que había dado positivo, ha sido objeto de critica por sus comentarios homófobos al asegurar que llevar mascarilla es "de gays" y también por reunirse con simpatizantes en varias ocasiones en un periodo en el que debería guardar cuarentena.

Desde el pasado sábado, Bolsonaro asiste diariamente a la ceremonia en que cada tarde es arriada la bandera nacional y, una vez concluida, se acerca a sus seguidores que se concentran en los jardines de su residencia.

Semana negra

Entretanto, Brasil está registrando su peor semana en lo que va de pandemia. En miércoles registró su récord de nuevos infectados en 24 horas, 67.860, y el jueves su segundo peor dato: 59.961 contagiados y 1.311 decesos.

En total, el número de contagios registrados asciende a los 2.287.475, mientras que el de muertos alcanza 84.082, con una media de 1.000 decesos al día desde finales de mayo, lo que refleja el estancamiento del país en el nivel más alto de la curva pandémica.

La pandemia parece haberse estabilizado en algunas regiones del sudeste, como Sao Paulo y Río de Janeiro, y partes del norte y nordeste, donde el virus golpeó con fuerza en los primeros meses de la crisis, pero se expande ahora por las regiones centro-oeste, donde está la capital Brasilia, y por el sur, en momentos en que se intensifica el invierno austral.

En una visita a Curitiba, capital del sureño estado de Paraná y que vio los casos de coronavirus multiplicarse en las últimas semanas, el ministro interino de Salud, el general Eduardo Pazuello, recalcó que la llegada del invierno supone el "momento más crítico" para las enfermedades respiratorias.

"En este momento aumentan los contagios (...) La curva tiende a crecer porque en este momento tenemos el invierno en el sur. Aumenta la influenza y también la COVID-19", dijo en una rueda de prensa, Pazuello, que ocupa el cargo de forma interina hace dos meses.