El barco de rescate 'Alan Kurdi' de la ONG alemana Sea-Eye ha llegado al límite de las aguas territoriales italianas que rodean el puerto de Lampedusa, al que tiene prohibida la entrada, y mantiene su intención de entrar tarde o temprano al entender que se trata del refugio más seguro para desembarcar a los 65 migrantes que salvó este viernes en el mar.

La operación tiene un doble objetivo, según los responsables de la ONG alemana: garantizar la seguridad de los rescatados lo antes posible, y lanzar un desafío al ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, en pie de guerra contra las ONG.

Ahora mismo, el barco aguarda en aguas internacionales después de que la Guardia di Finanza les informara en persona del decreto de Salvini. "El puerto está cerrado", según la organización. Horas antes, y también en su cuenta de Twitter, la ONG había defendido su derecho de entrada. "A nosotros no nos intimida un ministro del Interior. Nos dirigimos al puerto seguro más cercano".

"La ley del mar sigue en vigor", ha añadido la organización, en referencia a la obligación del rescate marítimo, "aunque algunos representantes de gobiernos se nieguen a creerlo".

El anuncio de este rescate llega después de la controversia generada por el atraque en la isla italiana del barco 'Sea-Watch 3' para desembarcar a 40 migrantes sin contar con el permiso de las autoridades italianas. La embarcación fue confiscada y su capitana, Carola Rackete, arrestada y se barajó que se la acusara de graves delitos con penas de entre 3 y 10 años de cárcel.

Sin embargo, el pasado 2 de julio fue puesta en libertad por un juez que consideró que actuó adecuadamente ante la situación de emergencia a bordo.