Michelle Bachelet, representante del pacto opositor Nueva Mayoría, rozó el 47% de los sufragios y se quedó apenas a tres puntos de alcanzar el objetivo de ganar en primera vuelta. A su vez, la aspirante oficialista, Evelyn Matthei, que asumió la candidatura de la derecha tras las renuncias de los exministros Laurence Golborne y Pablo Longueira y la derrota del extitular de Defensa Andrés Allamand en las elecciones primarias, consiguió frenar la sangría de votos que le auguraban algunos sondeos.
Matthei obtuvo el 25% de los sufragios y de esta manera logró que el próximo 15 de diciembre ella y Bachelet se vuelvan a ver las caras en la segunda ronda de los comicios presidenciales. Además, la aspirante oficialista cerró el pasó al ascenso del independiente Franco Parisi, un candidato de corte populista que abjura de los partido políticos pero a quien los analistas consideraban un competidor directo de Matthei.
La mayoría de las encuestas proyectaban un triunfo de Bachelet por mayoría absoluta, lo que le habría dado el pase directo para recibir la banda presidencial de manos de Sebastián Piñera el 11 de marzo del próximo año. Pero dos circunstancias mermaron las expectativas de la exdirectora de ONU Mujeres en la primera elección presidencial con voto voluntario que se celebra en Chile. La primera es que acudieron a las urnas 6,6 millones de chilenos, una cifra inferior a todos los pronósticos, toda vez que el padrón electoral supera los 13,5 millones de votantes. Y la otra es que Bachelet competía con otros ocho postulantes a La Moneda, seis de los cuales se ubicaban en un universo político similar o casi coincidente con el suyo.
"Aquí no hay dos lecturas, hemos ganado y por una amplia mayoría", afirmó Michelle Bachelet. La exmandataria (2006-2010) se mostró convencida de que dentro de un mes los chilenos respaldarán su programa de gobierno, que incluye educación gratuita y de calidad, una reforma tributaria que grava las ganancias de las grandes empresas y una nueva Constitución "que nazca en democracia, sin rastro de autoritarismo".
Por su parte, Matthei coreaba en su cuartel electoral "¡Sí se puede!", convencida de que si logró superar la carrera de obstáculos que para la derecha ha supuesto hasta ahora la campaña electoral, nada le impedirá dar el campanazo dentro de un mes. "Las segundas vueltas son buenas para Chile, porque llaman a la moderación y a centrar los discursos", aseguró.