La norma establece que "quien en los espacios o edificios públicos se cubra u oculte el rostro con ropa u otros objetos, de manera que no sea reconocible, está cometiendo una infracción", punible con hasta 150 euros. La redacción de la ley se cuida de no usar las palabras "burka", "nicab", o "Islam", pero su vinculación con el debate público sobre los inmigrantes musulmanes queda claro cuando se lee que su objetivo es "impulsar la integración mediante el refuerzo de la participación de la coexistencia en la sociedad".

Se permite el uso de cascos de motociclista, máscaras con un propósito artístico, cultural, deportivo o por cuestiones laborales o sanitarias, así como con el uso de prendas de abrigo en invierno. Quienes usan burka (el velo que cubre los ojos) o nicab (que los deja al descubierto) se presentan así como las principales potenciales infractoras de esta ley. Las infractoras que en Austria, donde se cuentan por docenas las habitantes que usan burka, serán principalmente turistas con alto poder adquisitivo de países árabes.

"No vamos a hacer guardia delante de los hoteles o las joyerías de lujo", vaticina Hermann Greylinger, del sindicato de Policías, quien no oculta el "cabreo" que existe en el cuerpo ante una ley que considera innecesaria y difícil de aplicar. "Esta prohibición es un exceso, es una tontería. Tenemos ya tantos problemas en nuestro trabajo cotidiano y esto sólo nos puede causar más", critica el policía. Greylinger recuerda que el Ministerio del Interior ha pedido a sus agentes que traten el asunto con "delicadeza".

De momento, la Policía ha desarrollado un protocolo de actuación y un folleto informativo en alemán, inglés, árabe y turco. Quien se niegue a acatar la nueva ley puede ser conducida a una comisaria para ser multada y obligada a quitarse el velo. Los visitantes que lleguen a Austria por un aeropuerto estarán obligados a descubrirse si quieren entrar al país.

La ley es vista por los musulmanes locales como algo simbólico, un intento del Gobierno de "dar una supuesta respuesta ante los miedos de la sociedad y mostrar que la política es capaz de actuar". Así opina Carla Amina Baghajati, de la directiva de la Comunidad Islámica de Creyentes de Austria (IGGÖ), quien afirma que la nueva norma es innecesaria y que la legislación anterior ya imponía la obligación de mostrar el rostro en aeropuertos o tribunales.

Pese a que la IGGÖ "no tiene ninguna simpatía" por la ocultación del rostro, Baghajati advierte que su prohibición será contraproducente y puede atentar contra la libertad religiosa. Además, argumenta que el veto ataca el derecho a decidir de las mujeres y que el objetivo de darles más libertad no puede lograrse con prohibiciones o tutelándolas. Baghajati afirma que en Austria las pocas docenas de mujeres que se verán afectadas por la ley se sienten criminalizas y que se les usa para "dar un escarmiento".