En las imágenes del huracán Matthew llegando a la costa de Estados Unidos, la cámara recorre la zona, pero, vayas donde vayas, hay agua y miles de evacuados, sobre todo, a su paso por Florida, Georgia y Carolina del Sur.

La gente está inquieta y quiere volver a sus casas, pero las autoridades piden calma y tiempo para que los servicios de emergencia acondicionen la zona antes de su vuelta. En San Agustín, Florida, los dueños de un restaurante se han quedado atrapados. Dicen que dentro hay más de 20 personas, entre ellos niños.

Matthew ha llegado a Estados Unidos con menos fuerza de la esperada. El Centro Nacional de Huracanes habla de ciclón de categoría dos. De momento, hay diez fallecidos y casi un millón de personas se ha quedado sin electricidad.

En Haití, una vez más, poco ha quedado en pie. La cifra ya ronda los 900 fallecidos, pero lo peor es tener que volver a empezar de cero. Lo poco que habían construido en estos seis años tras el fatal terremoto, ha vuelto a desaparecer y Unicef ya habla de cuatro millones de niños afectados, y de más de un millón de desplazados.

De nuevo sus vidas tiradas por el suelo. Una nación resignada ante el poder de una naturaleza que inexplicablemente vuelve a ser hostil, y una tragedia que pronto se convertirá en cifras, solo cifras, que al final se olvidan.