Los ojos de las personas que se encuentran en los centros de detención para migrantes en Libia reflejan hastío, extenuación, dolor y pesadumbre. Sin embargo, no hay ni un ápice de esperanza en su mirada. Se trata de un sentimiento extendido en estos centros de detención que, durante años, se han convertido en vergonzosos depósitos humanos. "Vivamos o muramos, nos da igual nuestra vida", manifiesta un hombre.

En el lugar son hacinadas personas que han recorrido miles de kilómetros y han llegado desde varios puntos de África huyendo de las guerras y del terrorismo con el sueño de llegar a Europa.

Ricardo García Vilanova, fotoperiodista en zonas de conflicto, señaló en Al Rojo Vivo que "entran por una zona controlada por el Dáesh y acaban en esas prisiones".

"Nos pegan, nos tratan de cualquier forma, como si fuéramos esclavos. No tenemos a dónde ir, por favor, ayudadnos", reclama un hombre. En estos centros se producen agresiones, violaciones, falta de comida y chantaje a las familias para dejarlos en libertad. Es la realidad de los centros gestionados por las mafias. Es un infierno que hace que muchos hasta deseen acabar en hangares gubernamentales como el que se puede ver en el vídeo.

"Este es el mejor lugar que he visto en toda Libia", afirma un hombre. Los más afortunados trabajan en el país para sacar el dinero suficiente que les suba a una barcaza. Caminan libres pero siempre alerta para evitar una siempre presente amenaza, la de los cazarecompensas. "Me dispararon en la mano", muestra un hombre.

Sin embargo, rendirse no es una opción: "O bien acabamos en Europa o acabamos muertos en el mar", dice un hombre. Y para frenarlo, Europa forma y equipa a la guardia costera libia para que detenga a los migrantes. Y si hay que cerrar los ojos ante escenas como la de migrantes en las pateras, se cierran. El objetivo es que los migrantes sigan en la casilla de salida.