Calentamiento global

Así es la nueva ruta de la seda polar de China: un camino mucho más corto pero con graves consecuencias para el Ártico

Sí, pero... A pesar de reducir en un 40% el tiempo y el combustible, el paso de los buques por las aguas árticas aceleraría la contaminación y alteraría los hábitats de especies como el oso polar o la morsa.

La Ruta Polar de la Seda
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China sigue buscando cómo ampliar y mejorar su comercio. Su conexión con Europa y con Norteamérica. Para ello, ya están estudiando y desarrollando llegar a ambos lados con un camino más corto que el actual. Con la que han llamado ruta de la seda polar que atraviesa el Ártico y que podría llegar al Viejo Continente en la mitad de tiempo. Sin embargo, también tendría consecuencias para el ecosistema.

Todo es posible gracias a la alianza entre Pekín y Moscú. A una por la que rompehielos rusos están abriendo el paso para que los cargueros chinos surquen las aguas árticas. "Rusia ofrece la infraestructura, la experiencia y el control territorial. China aporta inversión, tecnología y carga comercial. Ambos se benefician políticamente", ha explicado Elena Conde, profesora de Derecho Internacional Público de la UCM.

Y es que el cambio climático y el deshielo juegan a favor de los intereses comerciales chinos. Podrían, gracias a él, sustituir esa ruta tradicional con los pasos del Estrecho de Malaca y el Canal de Suez por la nueva 'autopista' del norte, que les permitiría ahorrar un 40% de tiempo y de consumo.

"A Rusia le puede venir muy bien esa unión con China, y los chinos pueden tener una jugada maestra", ha compartido Javier Gil, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas, sobre una opción que ya tiene felices a muchos en el gigante asiático.

Están así gracias a la hazaña del Istambul Bridge, el primer container en cubrir la zona. Y todo en apenas 18 días de singladura.

Sin embargo, ese éxito puede suponer un desastre ecológico para el frágil ecosistema ártico si miles de buques comienzan a surcarlo cada año.

"El tránsito marino acelera la contaminación atmosférica, acústica, los vertidos accidentales... y fragmenta el hielo y altera los hábitats de especies únicas como el oso polar o la morsa", ha incidido Conde.

Y es que habría muchas víctimas por esta opción. Víctimas como los grandes cetáceos, como las ballenas boreales. Y el combustible de los barcos teñiría de negro el hielo del Ártico, lo que haría que perdiera capacidad para reflejar el sol y ayudar al enfriamiento del planeta.

"No solo hará que el Ártico se deshiele más sino que aumentará el calentamiento global", ha expuesto Carlos Bravo, especialista en Políticas Oceánicas de Ocean Care.

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