Javier Milei, presidente de Argentina, no da puntada sin hilo. Antes de ser elegido ya dejaba en la cuerda floja las relaciones diplomáticas argentinas con países liderados por la izquierda como México, Brasil o Chile. A Lula da Silva, presidente de Brasil, le acusaba de ser un "comunista y un gran corrupto" y, en sus discursos, también se dirigía a la nación de Chile para cargar contra su presidente, Gabriel Boric: "Espero que ustedes tengan la dicha y la altura como para poder sacarse también a este empobrecedor de Boric".
Unas acusaciones que han continuado durante su mandato. Hace poco más de un mes tachó de terrorista a Gustavo Petro, el presidente de Colombia: "Mucho no se puede esperar de alguien que era un asesino terrorista comunista", dijo. Broncas y acciones que han traspasado fronteras, pero que aun así mantienen su imagen en alza.
Con Javier Milei las relaciones son con él o contra él, lo que ha hecho que su país quede dividido en dos, en amigos y enemigos. Juan Luis González, autor de la biografía autorizada de Milei, informa de que desde que está en el Gobierno "ya tuvo cuatro marchas muy significativas", quien añadió que, con estos "exabruptos de Milei, que hoy caen bien, con el paso del tiempo y el agravamiento de la crisis económica es imposible que gobierne bien". A esto se suma que el pasado mes de marzo el "PIB cayó 10 puntos".
Durante estos 6 meses de mandato ha conseguido reducir el déficit con un tijeretazo que ha afectado a los más necesitados y que ha llevado a cientos de miles de argentinos a las calles, en un país cada vez más polarizado.