Las dos mezquitas atacadas en Saná, Al Hashush y Badr, ubicadas en el norte y centro de la ciudad respectivamente, son frecuentadas por los dirigentes del grupo chií rebelde de los hutíes. Por otra parte, el presidente yemení, Abdo Rabu Mansur Hadi, condenó estos atentados, que causaron también cientos de heridos, y los calificó de "actos atroces".

Además, acusó a los autores de pretender llevar al país a una guerra confesional. En una carta de condolencias a los familiares de las víctimas, Hadi calificó a los autores del ataque de "enemigos de la vida, adictos a la matanza y a la destrucción", y señaló que quieren "desestabilizar la seguridad y la estabilidad de la patria en condiciones extremadamente complejas".

Subrayó, al mismo tiempo, que los que están detrás de dichos atentados, que han sido reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico, serán castigados. Asimismo, instó a los yemeníes a mantener la calma para hacer perder la oportunidad a los que quieren llevar el país a la guerra civil.

Yemen está sumido en un profundo conflicto político, agravado desde que el presidente Hadi se retractara el mes pasado desde Adén de su anterior dimisión y anunciara que continuaba siendo el presidente legítimo del país, en oposición a lo dictado por los hutíes.