La capital de los Países Bajos es una de las predilectas para el viajero de ciudad. En su casco urbano se puede encontrar de todo y para todos los gustos. Para los amantes del arte, no hay nada mejor que perderse por el Museumplein y para terminar una foto en su icónico letrero de 'I AMsterdam'. Para los que montan en bici, un paseo por sus canales y sus calles, la bicicleta y Ámsterdam van de la mano, inseparables.

El gobierno local está haciendo un intento para que no se convierta en una ciudad por y para turistas, sino que sea una ciudad para sus propios habitantes. La última iniciativa que han puesto en vigor ha sido la prohibición de la apertura de nuevas tiendas que proporcionan servicios a turistas.

De esta manera, tiendas de venta de recuerdos, de venta de entradas para las atracciones turísticas típicas o tiendas de quesos típicos dejarán paso al comercio tradicional.

"Las tiendas dedicadas al comercio al por menor en el centro están derivando a establecimientos para los turistas, reduciendo así la variedad de puntos de venta para los residentes", explicaba el teniente de alcalde, Kajsa Ollongren. "En estas 40 calles hay más de 85 tiendas de comestibles y cerca de 200 orientadas al turismo, por lo que el equilibrio está perdido", añadía el regidor.

Por su parte, la asociación de comerciantes critica esta propuesta tildándola de excesiva e insólita, pues según ellos no existe en ninguna ciudad del mundo. Esta prohibición se aplica a las tiendas que venden gominolas, helados, quesos o se dedican al alquiler de bicicletas.

Esta decisión se suma a la subida de impuesto a turistas, se incrementará del 5% al 6% en el año 2018, tras las protestas de los residentes por el impacto de esta industria.