Según portavoces sindicales y medios estatales, los mayores enfrentamientos se registraron en cocheras de autobuses de Pontinha y Vimeca en el distrito de Lisboa, aunque no se informó de heridos graves ni de detenciones. El secretario general de la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP, comunista) Armenio Carlos, denunció ante los periodistas que el envío de fuerzas policiales a centros de trabajo del transporte es "inadmisible", limita el derecho a la huelga y refleja el temor del Ejecutivo conservador a sus efectos.

Tercer paro general en un año en Portugal

El paro general, el tercero en un año, redujo drásticamente el transporte público en Portugal aunque el tráfico rodado presentaba los atascos habituales en los accesos a las grandes ciudades, como la capital y Oporto. La CGTP consideró un éxito las primeras horas de la protesta y calculó la adhesión "en más del 90%" en diversos servicios, sobre todo el transporte.

Los ferrocarriles, tanto de cercanías como interurbanos, el metro de Lisboa y Oporto, los autobuses y conexiones fluviales se vieron fuertemente afectados por la protesta y no se prestaron servicios municipales de limpieza en la capital y los núcleos urbanos próximos.

Carlos y los principales dirigentes de las dos fuerzas marxistas del Parlamento portugués, el Partido Comunista (PCP) y el Bloque de Izquierda (BI) se sumaron durante la madrugada a los piquetes que promovieron la huelga en Lisboa y llamaron a la población a secundarla para mostrar el rechazo a la política de austeridad.