Calderón, de 16 años y natural de Alcobendas (Madrid), y otros adolescentes de la escuela Marjory Stoneman Douglas de Parkland, como David Hogg o Emma González, encabezan un movimiento estudiantil para reclamar a la Casa Blanca un mayor control de armas en Estados Unidos.

Lo hacen, dice Calderón, "por la gente que ha muerto y por las familias que nunca van a poder volver a ver a sus hijos". El discurso de estos jóvenes, que se ha hecho viral por todo el mundo, ha llegado ya a muchos líderes políticos, entre ellos el propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o el senador republicano por Florida Marco Rubio.

"Queremos empezar un diálogo, hablar con nuestros senadores y con personas de otros partidos políticos. Las cosas, en este país, están cambiando lentamente y eso es lo que nos importa", explica Calderón en una entrevista.

El mejor ejemplo de la necesidad de que se impongan restricciones a la venta de armas es para él Nikolas Cruz, el autor confeso de la matanza del 14 de febrero, con 17 muertos.

"Si alguien se hubiera sentado con él cinco minutos, se habría dado cuenta de que no es alguien que debería tener un rifle AR-15, que es un rifle de guerra. No es para cazar, no es para protegerte a ti mismo. Está hecho y diseñado para matar a personas", subraya.

Alfonso Calderón conocía a Nikolas Cruz, de 19 años, pero nunca había tenido ningún tipo de relación con él. Recalca que la reputación del joven en la escuela "era muy mala", "no tenía muchos amigos" y era "antisocial".

"Parecía una persona siniestra, casi malvada", señala mientras observa la escuela y los cientos de flores y pancartas que la gente ha ido depositando en la entrada para homenajear a las víctimas. Calderón asegura que los estudiantes no están preparados para regresar y reanudar la actividad académica en el centro.

"No estamos listos para volver al colegio, hace muy poco que pasó la tragedia más grande de nuestras vidas", comenta. Calderón, que lleva diez años residiendo en el sur de Florida junto a sus padres, cree que "va a ser difícil ir al colegio y ver guardias y policías alrededor del edificio donde pasó la masacre".