En el campo de refugiados de Moria, en Lesbos, niños y adultos se empujan y se golpean para acceder a algo básico, el agua. Las ONG denuncian las condiciones en las que viven 8.000 personas en un recinto con capacidad para 3.000.
"Solamente hay un váter para cada 75 personas, una ducha para cada 100 personas y los niños no tienen derecho a escolarización", asegura Teresa Fuentes, de la Asociación Amigos de Ritsona.
La situación es insostenible. Niños, menores no acompañados, mujeres embarazadas... todos viven hacinados, dicen las organizaciones, en una total falta de dignidad.
"Para acceder a la comida tienen que esperar tres horas de pie en una linea de 50 centimetros a 40 grados al sol", explica Idoia Moreno, enfermera de Médicos Sin Fronteras.
Y cuando por fin llegan, todo está por el suelo. La Asociación Amigos de Ritsona asegura que en muchas ocasiones la comida está en mal estado.
"Hasta tal punto que hace dos semanas entregaron comida donde tenían gusanos", asegura Teresa Fuentes, de la Asociación Amigos de Ritsona.
El caos hace que los disturbios y las peleas sean habituales. Los voluntarios allí presentes han denunciado, incluso, agresiones sexuales.
"El problema que hay con las agresiones sexuales es la total impunidad. Ningún ente está actuando por detener a esta gente, por detener lo que está sucediendo", explica Idoia Moreno, enfermera de Médicos Sin Fronteras.
La desesperación está provocando que algunos jóvenes se intenten suicidar. Algo que según Médicos Sin Fronteras también se ve con niños de apenas ocho años.
"Es una situación que solo se puede desbloquear a través de una voluntad política de procesar todas esas solicitudes de asilo", explica Jennifer Zuppiroli, técnica de incidencias en migraciones de Save The Children.
Las ONG exigen soluciones a la Unión Europea y, en este caso en particular, a Grecia