Abanderado de los denominados libertarios capitalistas, el ganador de las elecciones en Argentina, Javier Milei, ha centrado la campaña en señalar a la política tradicional y a su clase dirigente, a la que define como casta, como principal responsables de los males de su país. Milei no deja espacio a la duda en sus planes, y ya ha dejado claro, que si de él dependiera reduciría el papel del Estado hasta el punto de justificar votar en contra de una ley que detecta cardiopatías congénitas en los bebés antes de nacer porque supondría más gasto público.

"Yo soy liberal libertario, filosóficamente, soy anarquista de mercado", dijo en una ocasión. Así, Milei quería convertirse en presidente para destruir la estructura de gobierno. Para él, el Estado es su enemigo. Por eso, también avisó de su intención de eliminar el Ministerio de Educación al considerarlo un método de "adoctrinamiento". Y toda su ideología se basa en el liberalismo más salvaje: se considera "anarcocapitalista" en la teoría y "ultraliberal" y "minarquista" en la práctica.

Defiende dolarizar la economía, está a favor de las armas y de la compra de órganos. Asimismo, ha abogado en muchas ocasiones por eliminar la sanidad pública, o al menos reducir mucho la intervención del Estado en la misma. En relación a la cuestión de las drogas también ha sido tan claro como polémico: "Por mí, si te quieres drogar hacer lo que quieras. Drógate, haz todo lo que quieras. Mientras que yo no tenga que pagar la cuenta. Porque yo quién soy para meterme en lo que hace con su vida".

Dice que no es nadie para meterse en la vida de los demás, pero cuando se trata de la de una mujer, la cosa cambia. Porque el candidato de la ultraderecha está en contra del aborto. Y todas las mujeres argentinas, que han luchado durante años y han conseguido despenalizar el aborto, pueden perder ahora este derecho con su victoria. Porque, en contra de lo que expone en otros muchos ámbitos, cree falsa la libertad de las mujeres para elegir sobre sus cuerpos, y entiende que abortar es un asesinato. Más allá, si por él fuera, obligaría a las mujeres a tener hijos.

En cambio, sí le parece buena idea crear un mercado para promover la compraventa de órganos. Entre otras polémicas, el ultraderechista ha llegado a negar que hubiese 30.000 desaparecidos durante la dictadura, lo que da una idea de sus planes en materia de memoria. Una de sus últimas polémicas ha sido su defensa durante el debate del domingo de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, por quien siempre ha sentido una gran afinidad y a quien calificó de "gran líder". Esto ha provocado el rechazo de colectivos de veteranos de la guerra de las Malvinas.