La caricia de un abuelo a su nieto desveló un bulto en el abdomen del pequeño. Preocupados, la familia acudió al médico y le diagnosticaron una neoplasia de riñón.
El médico les alertó que si hubiesen tardado más tiempo, el tumor habría acabado con sus riñones. El pequeño se sometió a dos operaciones en un hospital de Roma y el mayor riesgo que había era perder sus dos riñones. Después de 43 sesiones de quimioterapia, ahora vive con dos porciones de sus riñones y sin haberse sometido a ninguna sesión de diálisis.
El niño cumplirá siete años en marzo y, según cuentan sus padres, "hace una vida completamente normal". Los médicos no han descartado que se tenga que someter a un trasplante de riñón en el futuro.