Al menos 1.000 niños víctimas de las bombas y las minas. Esta cuenta, dramática, arranca hace justo un año, cuando un bombardeo sobre un autobús escolar masacró a 41 niños en Yemen. Desde entonces, nada ha cambiado: han muerto por esta violencia armada directa 335 niños, y más de 600 están heridos. Como si el ataque del bus, se hubiera producido ocho veces.
Los niños fueron el objetivo de un bombardeo cuando iban en su autobús escolar. Niños y niñas de entre 6 y 11 años. Murieron 41. Ha pasado un año desde que esta tragedia horrorizó al mundo. La situación, hoy, es la misma. "Escucho bombas cerca del colegio y me asusto. Tengo miedo de que puedan hacer daño a los estudiantes", comenta una niña yemení.
Porque desde este día, desde aquellas 41 víctimas inocentes, en Yemen han muerto otros 335 niños. Es como si otros ocho autobuses escolares hubieran sido bombardeados desde entonces. Y 590 niños más, han resultado heridos como consecuencia de los ataques violentos. Son casi 1.000 víctimas de guerra infantiles. La cifra, vergonzante, ni siquiera incluye las vidas perdidas por hambruna y enfermedades.
A lo largo del último año, hasta en 30 ocasiones han resultado afectadas escuelas del país y en 18, hospitales. En esta guerra, la población más vulnerable parece ser el objetivo. "Me asusto cuando hay bombardeos", asegura otra niña yemení.
Por ello, la presión sigue creciendo para que se ponga fin a la venta de armas a Arabia Saudí y al Gobierno yemení, quienes firman los ataques que dejan el horror dibujado en las caras de estos niños.
Pero mientras, son ellos quienes llevan en sus espaldas el peso de la guerra además del de sus mochilas. Niños que siguen escuchando sirenas de camino al colegio.